17 de diciembre de 2010

Negro (sobre blanco)

El erudito novelista de éxito había perdido el hambre de letras y sabía a ciencia cierta que no la iba a recuperar.
 
El estudiante de último curso de Filología sentía un ansia desmesurada por derramar tinta y llenar papeles con metáforas encadenadas y palabras reinventadas.
 
El destino, un par de cafés y un cheque con no demasiados ceros hicieron el resto.

El resultado, próximamente en sus librerías.

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