17 de diciembre de 2010

Circus

El domador logra su objetivo tras media hora de denodado esfuerzo.

Fuera de sí, ha usado el látigo con saña, hasta que el león, exhausto, ha saltado al fin a través del aro llameante.

Adormecido por el éxito y los aplausos desganados del escaso público, no acierta a interpretar la mirada de soslayo que precede al primer mordisco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario