15 de octubre de 2013

El eterno retorno

Los oscuros espíritus de antaño, esos que parecían ya derrotados, me muestran los ponzoñosos ribetes de su sombra y tiñen de azul oscuro y rojo sangre el paisaje.

El pasado, cubierto de espinas, regresa, disfrazado de melancolía, y desdibuja con su pertinaz empeño, el presente, este presente que parecía ya libre de ataduras con el tiempo y el espacio.

Cuando más recta parecía la senda que habían tomado mis pasos, mil charcos negros surgen de la nada y empantanan todo lo que mi vista alcanza a ver.

Asisto, callado, al macabro espectáculo autodestructivo, mientras los monstruos que mi mente ha creado, se enseñorean y disfrutan asolando el ilusorio vergel en que reposaban mis huesos.

Sé que podría hacer algo para evitarlo.

Sé que podría pararles los pies antes de que lo destruyan todo.

Pero también sé que de poco o nada serviría.

Antes o después regresarían. Con más fuerza que nunca. Dispuestos a cambiar, definitivamente, mi minúsculo todo por su infinita nada.