Una noche más, nos dejamos arrastrar por un hilo doble de susurros ahogados y una corriente alterna de caricias y miradas encendidas.
Una descarga eléctrica casi palpable nos atraviesa, haciendo que nuestros cuerpos se retuerzan espasmódicamente en mitad de la falsa oscuridad del cuarto vacío.
Poco después, un fogonazo blanco cruza el espacio mínimo que nos separa, y mientras nuestras pieles dejan de temblar, las sábanas van recuperando, a duras penas, su compostura estática.
2 de febrero de 2012
30 de enero de 2012
Deshielo
El "tic-tic" monocorde de las gotas recién licuadas marcó el ritmo de los primeros minutos de aquella mañana.
La larga noche precedente había sido terca, y no había abandonado la habitación hasta sembrar cada rincón con una colección infinita de fríos escombros y recuerdos helados.
Los tibios rayos de sol, filtrados por las cortinas, estaban cumpliendo con su labor, pero, entre ese montón de desechos, ya había demasiados cadáveres irremediablemente congelados.
La larga noche precedente había sido terca, y no había abandonado la habitación hasta sembrar cada rincón con una colección infinita de fríos escombros y recuerdos helados.
Los tibios rayos de sol, filtrados por las cortinas, estaban cumpliendo con su labor, pero, entre ese montón de desechos, ya había demasiados cadáveres irremediablemente congelados.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)