26 de noviembre de 2013

Good morning

Cada mañana, al despertar, clavaba la vista en ese lugar imaginario donde confluye el horizonte límpido de los sueños con el  firmamento gris y frío que emerge de la realidad.

Y cada mañana extraía una conclusión clara y concisa de ese cruce inventado de sentires, pensares, penares y falsas verdades.

Y cada mañana espantaba fantasmas a soplidos y recopilaba un buen puñado de luces volátiles y ficticias.

Y, así, cargado de empeño y vacío de miedos, cada mañana emprendía un camino, sin retorno conocido, hacia la rutina más pétrea e inane.

15 de octubre de 2013

El eterno retorno

Los oscuros espíritus de antaño, esos que parecían ya derrotados, me muestran los ponzoñosos ribetes de su sombra y tiñen de azul oscuro y rojo sangre el paisaje.

El pasado, cubierto de espinas, regresa, disfrazado de melancolía, y desdibuja con su pertinaz empeño, el presente, este presente que parecía ya libre de ataduras con el tiempo y el espacio.

Cuando más recta parecía la senda que habían tomado mis pasos, mil charcos negros surgen de la nada y empantanan todo lo que mi vista alcanza a ver.

Asisto, callado, al macabro espectáculo autodestructivo, mientras los monstruos que mi mente ha creado, se enseñorean y disfrutan asolando el ilusorio vergel en que reposaban mis huesos.

Sé que podría hacer algo para evitarlo.

Sé que podría pararles los pies antes de que lo destruyan todo.

Pero también sé que de poco o nada serviría.

Antes o después regresarían. Con más fuerza que nunca. Dispuestos a cambiar, definitivamente, mi minúsculo todo por su infinita nada.

22 de julio de 2013

Resurrecciones

La madrugada fue generosa con el huésped eterno de las sombras, y le sorprendió con un regalo inesperado: un zurrón nuevo, que no tardaría en llenar con hermosos momentos, proyectos de bellos recuerdos, de esos que ni la tempestad más atroz es capaz de arrancar de la mente.

La noche trajo consigo tantos sueños construídos con mimo, tantos abrazos y tantos requiebros al destino, que el caminante sombrío no pudo más que esbozar su mejor sonrisa y poner todo su empeño en detener el tiempo, como solía hacer antes, para así amarrarse con fuerza al nuevo delirio.

20 de junio de 2013

Una noche de estas...

Dar forma al delirio. 

Adormecer a las dudas y a las trampas.

Amasar con saña el deseo. 

Disuadir al miedo más fiero.

Morir y resucitar tras cada beso.

Maquillar la oscuridad con la luz que irradian nuestros cuerpos...

...Despertar sin salir del todo del sueño.

29 de abril de 2013

Entreacto

Al cruzar la esquina de siempre, percibió que algo era diferente.

Al contar los pasos de una a otra acera, como cada día, observó que algo había cambiado.

Miró al cielo y, casi sin creerlo, adivinó entre el férreo entramado de nubes grises, un par de retazos azules.

Miró al suelo y vio que ya casi no había charcos, y que prácticamente se podía caminar en línea recta sin temor a acabar embarrado.

Extrañado, confuso, casi aturdido por el cambio repentino de escenario, no pudo evitar que su cara dibujara un rictus, hasta entonces desconocido y que su boca esbozara, sin previo aviso, una leve sonrisa.

5 de abril de 2013

Barro en los zapatos

Caminando entre charcos, recorremos las calles semidesiertas, y entre esquina y esquina, nos miramos en silencio, nos escrutamos mutuamente, poseídos por el frío, desposeídos ya de toda esperanza de redención.

Casi sin quererlo, pasamos por el mismo callejón sin salida de siempre, un tanto difuminado ya por esa niebla informe que poco a poco va devorando a la ciudad y a nuestros sueños.

Nos damos un atracón de miradas, desoímos una vez más al terco destino y, tras bordear un último montón de basura, nos abrazamos, acompasamos nuestros pasos de nuevo y seguimos paseando como si nada hubiese cambiado, como si siguiéramos siendo los mismos de antes.

1 de abril de 2013

Fénix

... Y vuelta a empezar.

... Y vuelta a tropezar con las mismas piedras, en los mismos recodos de los mismos senderos de siempre.

... Y vuelta a dejarse guiar por esa ténue luz que nace y muere allá, al final del estrecho túnel.

... Y vuelta a surcar madrugadas eternas con el único empuje que da el aliento frío y translúcido de la Luna.

... Y vuelta a girar en torno al eje imaginario que nace del centro de la cama vacía.

... Y vuelta a buscar a ciegas el fin y el principio de esta triste historia, tejida con infinitos retales y parches.

...Y vuelta a empezar...

26 de marzo de 2013

El final de la reflexión

El espejo explotó en mil pedazos justo cuando su reflejo tembloroso comenzaba a adquirir una forma medianamente definida.

Buscando una explicación aceptable, una excusa, o simplemente un culpable, achacó el estallido, consecutivamente, al azar, al destino, a los hados, y a las malas sombras del averno.

Pero todos sabemos que el único causante de semejante estropicio fue él... Mientras recogía los pedazos del suelo, intentando no cortarse, vimos asomar, de entre sus ropas desaliñadas, un martillo.

25 de febrero de 2013

Corrientes

La ventana se cerró sin previo aviso.

El mismo soplo de aire que la había abierto, la empujó, inmisericorde, en su siseante y azaroso trayecto de vuelta.

Los escasos minutos que se mantuvo abierta sirvieron para que pudiera adivinarse, allá al fondo, un horizonte terso y extrañamente cercano.

Ahora que la penumbra envuelve de nuevo el cuarto, guardaré, como en una fotografía, el recuerdo difuso y ambiguo de lo que pudo haber significado un cambio irreversible de rumbo.

28 de enero de 2013

Dextrógiro/ Levógiro

Puertas que se cierran al final del corredor,
ecos sordos de pasos dormidos,
suelo movedizo,
paredes que rezuman recuerdos ambiguos...

Una sinfonía de sombras chinescas disfrazadas de olvido,
un cansino tic tac retumbando a lo lejos,
espejos descascarillados que reflejan una realidad hecha añicos,
truenos, viento, tempestad...

Y justo cuando parece que el final acecha,
la espiral del destino cambia inesperadamente su sentido de giro
y dibuja en mi frente cansada
un mapa preciso del laberinto.

21 de enero de 2013

Calma chicha

Nos aferramos a los pocos retazos de noche que quedan, como naúfragos sin isla, y mientras recorremos el desierto de nuestras pieles erizadas, nos miramos en silencio, espereando a que un grito callado y efímero nos indique el camino de ida hacia un nuevo delirio.

15 de enero de 2013

Regresos



Siete por uno es siete
siete por dos, catorce
siete por tres, veintiuno,
siete por cuatro, veintiocho…

El soniquete, coreado por una veintena de gargantas infantiles ateridas de frío y ávidas de merendarse la vida, resuena por los pasillos de mi memoria, mientras recorro los vetustos corredores de lo que un día fue la escuela, y hoy es apenas un frío esqueleto de maderas carcomidas y piedras a medio caer.

Sorteo un último montón de escombros y el sol de invierno me invita a cerrar por un instante los ojos.

…siete por cinco, treinta y cinco…

Al abrirlos, distingo a lo lejos al tío Luisón sobre su oxidada bicicleta, con los bajos del pantalón anudados, haciendo sonar el timbre del manillar tres veces, sólo tres, como cada mañana, al pasar por la plaza.

La señora Sebastiana asoma, sudorosa, a su puerta, y se limpia los restos de harina de las manos en el mandil, tras una larga noche entre hornos, masas y rodillos.

…siete por seis, cuarenta y dos…

En la lejanía, se intuyen los ecos de los gritos de los arrieros, que regresan ya del campo, a lomos de unas mulas más curtidas aún que ellos…¡¡Quia, quia!!…

A través de la ventana del casino, escucho los secos golpes de las fichas de dominó sobre las mesas de formica y huelo el humo espeso y picante de los celtas cortos.

…siete por siete, cuarenta y nueve…

La fuente de piedra escupe a borbotones una mezcla blancuzca de agua y cal y da de beber a un sinnúmero de críos, que corretean, obviando, un ratito más, las llamadas de sus madres.

…siete por ocho, cincuenta y seis…

Por la Calle Mayor, bajan las carrozas engalanadas, escoltadas por un amasijo chillón de enmascarados, que asustan a los niños y ruborizan a las solteronas con sus procacidades encubiertas.

…siete por nueve, sesenta y tres…

De un momento a otro, la bruma del olvido se enseñoreará  para siempre en este amasijo de ruinas… Por eso intento no pestañear y permanezco inmóvil en una esquina, abrazado a mí mismo y a todo lo que el tiempo, implacable, fue desdibujando a empellones, saltando por la rayuela imperturbable del calendario, mientras yo acumulaba adioses, kilómetros y pasos perdidos.

… siete por diez, setenta.