22 de octubre de 2011

Una noche más

Maquillo el insomnio con una colección de imágenes volátiles, extraídas de otros tiempos y otros lugares y colocadas, con mimo, junto a mi almohada.

Disfrazo la noche con ropajes que tomo prestados de otros días, pasados, vividos, o simplemente soñados cuando aún no era insomne.

Rodeado

Explota el desasosiego en tu pecho ahuecado y ya estéril.

Renace un antiguo delirio entre estertores y vasos vacíos.

Crece una nueva pesadilla mientras un sínnúmero de imágenes preñadas de memoria viciada te rodean, te acosan...intentan derribarte.

Pero sus golpes ya casi no duelen.

Ya no.

Retahíla

Hay dolores de paso.

Hay dolores añejos.

Hay dolores perfectos en su imperfección.

Hay dolores que explotan en su agudeza y hay dolores persistentes.

Pero entre ese aparente maremagnum , siempre asoma, abrazado a un manojo de sueños incompletos, el verdadero e irrefutable dolor.

Vaso vacío

La televisión, única decoración de aquel bar, escupía su infinita salmodia. Sentado junto a la barra, un hombre de mirada turbia, gesto indescifrable y presente vendido a un postor cualquiera, jugaba con un vaso vacío y con la lejana posibilidad de tener, al fin, algo parecido a un buen día.

21 de octubre de 2011

En canal

El impúdico bajorrelieve que, trabajosamente, había diseñado, dejó al descubierto cuitas, penas y sentires atravesados. 

Como arrobado por una fuerza mística, había destrabado formas, recovecos y hendiduras, hasta quedar él mismo expuesto, en mitad de la fría noche, profundamente desnudo.

Tregua

Los senderos que bordean las lápidas siguen en calma.

Aún no han despertado los cazadores de sombras.

Aprovecho su pereza para adentrarme en la espesura, y saborear, agazapado, el silencio impregnado de luna.

Hoy tampoco acabarán con la bestia.

Pero dejaré que lo crean por un tiempo.

19 de octubre de 2011

Lógica ilógica

Mirada refractaria a la efervescencia.

Gestos arrítmicos y automáticos.

Deseos y ansias que danzan al son inaudible de los dias transcurridos al borde mismo de un sueño vacío.  

Juicio sumarísimo y sentencia firme...consecuencia lógica de tan ilógicos antecedentes.

Adaptación

Era bastante obvio que se trataba de una pesadilla, fruto de una mala digestión, pero esta vez le estaba costando más de lo normal librarse de su pegajoso abrazo onírico. 

Tras luchar durante toda la noche, se resignó, al fin y al cabo, tampoco se estaba tan mal en aquel lóbrego laberinto.

Falta de costumbre

Una sonrisa, tan leve que casi muere antes de nacer.

Una mirada matizada de ausencias.

Un par de palabras, apenas iluminadas por un azaroso rayo de luna reflejado en el espejo del aparador.

Y, como alumbrada por una brasa invisible, la piel se eriza de nuevo.

...Y renace aquel viejo temblor

Ingenuo

Rugió como nunca antes había rugido, pero no obtuvo los resultados que esperaba. 

Tras un somero análisis, concluyó que todo seguía igual a su alrededor. 

Le habían engañado, sin duda, era obvio que no en todos sitios impera la Ley de la Jungla.

Consuelo

No se dio cuenta de que había sido hipnotizado, por lo que no supo reaccionar cuando los cantos de sirena se transformaron en reproches y gritos.

Aún hoy, aunque ya conoce la verdad, sigue pensando que su poco entrenada percepción le gastó una broma.

Una simple broma más.

Remoto

Enfiló la última pendiente a lomos de su corcel, con los ojos fijos en la cima, donde, entre la neblina, se perfilaba su lóbrego destino.

Lucía su mejor armadura, pero ni la gruesa capa de metal era capaz de ocultar el temblor.

Fue tragado por la espesura.

No se oyó ni un mísero lamento.

Acopio

A la luz de las brasas casi extintas, las alimañas nocturnas masticaban a bocados rítmicos, interpretando una especie de danza sanguinaria y ritual. Sin dejarse arrastrar por el hambre y el instinto, apuraban quedamente la última pieza caída, antes de afrontar el largo invierno.

Callejero

Buscando explicaciones que le ayudaran a trazar un mapa de su propio delirio, llegó a un nuevo callejón sin salida. Quizás se tratara del último. Eso sólo lo sabrían aquellos que, por aburrimiento, por obligación, o por amor al arte, se dedican a remover y reescribir la historia.

Paciencia

Aún a sabiendas de que allí tampoco iba a encontrar respuestas, no titubeó y cruzó el umbral.

El cambio de luz le aturdió un instante, trastabilló y casi cayó, pero atinó a guardar un cierto nivel de compostura. El suficiente para sentarse sin llamar la atención y esperar.

Esperar.

18 de octubre de 2011

Causalidades

Cuando nuestros cuerpos chocaron en el pasillo de aquel hotel, no esquivaste el envite que te lanzaba el azar.

Con el tiempo, incluso llegaste a hablar de destino.

Yo sé que al destino, algunas veces, conviene darle un leve empujoncito.

Contrastes

El calor invita a placeres de paso, tan intensos como momentáneos.

Por eso, los días en que las aceras arden y mis pasos se derriten en el asfalto, añoro tus noches de invierno...y esa costumbre tan tuya de (tomando un puñado de nieve en una mano y el reloj en la otra) congelar, indefinidamente, el tiempo.

Secuencias

Aquel verano fue largo y espeso: fue alumbrado en un lecho de hambre, sangre y dolor, creció entre estertores y murió como mueren todos los veranos, a empellones.

Para completar el círculo de fuego, surgió de la nada un frío horrísono, metálico, cuartelario, dispuesto a arrasar las pocas esquirlas de alegría que quedaban en pie entre la desolación.

Lo que nadie imaginaba en aquel momento es que un invierno pudiese aguantar vivo e impasible (segando esperanzas, limando ilusiones) tantos años.

Bálsamo

Guardo tus risas, tus abrazos, y todas tus primeras veces en una cajita inventada, pintada en el aire con alegres colores.

En una ceremonia a la que no invito a nadie, prometo abrirla cada noche, antes de que el sueño me venza, para dejar que me acaricie y me mezca esa hermosa colección de instantes.

Crónica de un instante

Pintabas la nada más hueca con colores inventados, para insuflarle algo de vida al vacío.

Yo esculpía el viento, creando formas inverosímiles e inevitablemente efímeras.

Nos cruzamos, nos miramos y nos comprendimos al instante.

Decidimos compartirnos... por amor al arte.

Huecos

Las sutiles huellas casi han sido borradas por el viento.

Apenas queda un leve esbozo, una caricatura desdibujada, horadando la tierra reseca y resistiendo, a duras penas, las embestidas del tiempo.

Mientras nos miramos absortos, asumimos que cuando desaparezca la última prueba de nuestro paso por aquí, seremos devorados, indefectiblemente, por las sombras.

Escuela

Durante años, acumulé lecciones, temas y fórmulas en los rincones más oscuros de la memoria.

Sin tomarme muy en serio, al menos fingí tomar en serio libros, apuntes y teorías.

Cuando me liberé de horarios asfixiantes, obligaciones lectivas y exhaustivos controles, pude dedicarme, por fin, a aprender un poco.

Decoloración

Cuando vio que sus palabras, sus silencios, sus dudas, sus certezas y sus sensaciones adquirían un leve pero inequívoco tono sepia, recogió sus pocos bártulos, hizo un hatillo con sus no demasiados sueños, y partió en busca de un nuevo rincón en que recuperar el pulso y la visión poliédricos, aquellos que, no hace demasiado tiempo, adornaban sus largas noches de insomnio.

Nocturno 2

Maquillo el insomnio con una colección de imágenes volátiles, extraídas de otros tiempos y otros lugares y colocadas con mimo junto a mi almohada.

Visto la noche con ropajes que tomo prestados de otros días, pasados, vividos, o simplemente soñados cuando aún no era insomne.

Lógica aplastante

Las ruinas precedieron al deshielo, el deshielo al temblor, el temblor a las prisas, las prisas a los reencuentros y los reencuentros al sudor.

El sudor dio paso a un silencio explícito que derribó las pocas dudas que quedaban en pie.

Y, obviamente, nos volvimos a decir adiós.

Despegando

Todavía tiene los pies en el suelo, pero esa extraña liviandad se ha ido extendiendo, imparable, entre sus tejidos, sus órganos y sus huesos.

La noche ha cumplido su función y ha deshilachado los finos lazos que le mantenían atado a este lado de la realidad.

En breves instantes se obrará, de nuevo, el milagro.

Hechos

A juicio de los testigos oculares, estaba todo clarísimo. Si obviamos que cada uno dio una versión diferente de los hechos, el juez lo tendría bastante fácil para dictar sentencia. Las pruebas, por otro lado, eran concluyentes: allí, el día de autos, a aquella hora concreta, había ocurrido algo, sin lugar a dudas.

Alas

Voló sobre los tejados.

Voló sobre los campos, aún verdes a pesar del otoño.
 
Voló sobre el mar (alternativamente furioso y en calma).
 
Voló hacia el Sol.
 
Voló hacia la Luna.
 
Voló entre cúmulos, cirros y estratos...pero lo que para muchos sería un delicioso sueño inalcanzable, para él no dejaba de ser una mera rutina más.

Aspersión

A la menor ocasión, sacaba a pasear penas y desvelos, y, aireando sus sombras por las aceras, hacía partícipe de sus sueños truncados a quién le quisiera escuchar.

A su manera, era un superviviente, sólo que eligió malvender su desventura antes de librar un cruento combate contra el verdadero e inefable dolor.

Involución

Nació por azar.

Creció embobado por nubes tan dulces como frugales.

Anduvo a trompicones, unos días hacia la pasión, otros hacia la incertidumbre, pero siempre salpicado por ese extraño fulgor.

Y aprendió por sí mismo a aceptar las bromas de mal gusto que le gastaba el olvido.

Olas

Toma el timón e intenta vadear de nuevo el vacío.

Busca corrientes paralelas con la ilusión de escapar de cruces y tangentes.

Maneja a su manera los vaivenes del tiempo, y surca como puede marejadas, tempestades y resacas.

Navega a contramano hacia el fin del mar.

De algún mar.

Reflejos

A veces, el óxido lo cubre todo a este lado del cristal.

Otras veces, en cambio, las sombras chinescas que recreo cada noche, toman vida y me arrastran a bailar con ellas al otro lado.

A veces, el espejo parece estar hecho añicos.

Otras veces, la imagen que me devuelve parece formar parte de la realidad.

De esta realidad.

Pura ficción

Iban y venían a ritmo constante, al son ensordecedor marcado por la melodía infernal de los tambores, que tan solo era rasgada, de cuando en cuando y por unos segundos, por el restañar del látigo.
 
Todos cumplían su función metódicamente, arrastrando como buenamente podían los pesados grilletes. El último convenio colectivo, recién revisado y firmado, era clarísimo respecto a los deberes y derechos de cada uno.

Al menos, les quedaba, eso sí, el consuelo de haber mantenido el puesto de trabajo