11 de julio de 2012

Aire

Sopla fuerte el viento a este lado de la pared.

Al principio era una leve brisa casi imperceptible, pero hemos dejado, inconscientemente, que creciera (alimentándose de los sueños e ideales que hemos ido desechando) hasta adquirir las dimensiones casi místicas de un huracán.

A su paso, arden las esperanzas, se pudren los destinos preconcebidos, vuelan en mil pedazos los pequeños refugios invisibles en que antes (no hace tanto) nos resguardábamos... no queda ya ni un mísero tablón a que amarrarse en mitad del oleaje.

Sólo nos resta buscar algo parecido al equilibrio, esperar a que dé sus últimos coletazos y recrearnos después en el paisaje que queda tras toda tormenta, por muy imperfecta que esta sea.