5 de septiembre de 2014

Travesía

Cebas al desasosiego con las pesadas esquirlas de oscuridad que quedan colgando tras las pesadillas de la noche anterior.

Anudas tus pasos a los pasos que da tu sombra, para simular cierta estabilidad.

Clavas las rodillas en el suelo, cuando es necesario, para recuperar el aliento preciso para seguir respirando.

Engañas un poco a la conciencia con trampantojos volátiles y falsas verdades disfrazadas de cordura.

Vagas y divagas, entre los vapores que emanan de tu infierno interior y el humo vacuo de la realidad (que intenta, sin conseguirlo del todo, envolverte).

Dibujas en tu rostro gestos imprecisos, tus manos se arremolinan en torno al vacío.

Bordeas el precipicio, y llegas al final del día levantando, levemente, dos dedos formando una V temblorosa y renqueante.





4 de agosto de 2014

Imparable

Crecía y crecía.

Con la translúcida esperanza de llegar a acariciar el cielo con la yema de los dedos. Como si, creciendo, fuera a ser capaz de encontrar aquella respuesta escondida o aquel viejo ardor que tanto añoraba.

Crecía.

Como un roble firme y altanero. Como crece el olvido mezclado con el tiempo. Como crecen los sueños en la madrugada. Sin orden. Sin concierto. Creciendo por crecer. Por el mero hecho de disfrutar el crecimiento.

Crecía sin parar.

Lo  que un día fue la sombra de un reflejo de una semilla sin germinar se estaba convirtiendo en una fronda casi imposible de abarcar con la mirada.

Y seguía creciendo.

25 de julio de 2014

Un amanecer

Despertar y mirarte con los ojos aún cerrados.
Oler tu espalda.
Saborear el tenue beso con que me das la bienvenida a tu rutina.
Abrazarte y saber que no eres humo y yo no soy vapor.
Quedarme embelesado mientras te diriges a la ducha.
Fantasear con la incierta posibilidad de seguirte y calcar tus pasos.
Esperarte tumbado, con la vista perdida en un infinito tal vez no tan lejano.
Calibrar el miedo a ser devorado por mil delirios que ya creía espantados.
Despedirnos con un gesto preñado de buenos deseos.
Y cantarte aquella vieja canción al oído mientras sales por la puerta con la firme idea de no volver a mirar atrás.

16 de julio de 2014

Polifonía

Resuenan los timbales de los recuerdos.

Martillean las sienes y roturan el entendimiento con su sordo y cansino eco.

Siempre que retornan, lo hacen voraces, al aroma de la sangre derramada y la carne abierta.

Se mantienen fieles a su ambigúedad perenne... vienen de ningún lado, hacia ningún lado parten, pero durante esos segundos en que se hacen pasar por un ente vivo y palpable, aniegan las enormes llanuras de la rutina y desecan los frágiles mares que nacen en algún rincón de los sueños.

No hay modo de acallarlos. No hay manera de evitar su violento desembarco.

Solo ellos deciden cuando ha llegado el momento de abandonar su brutal y efímero asedio, y cuando lo deciden, se evaporan sin más, dejando tras de sí retazos sueltos de su eterna y frágil melodía.

11 de julio de 2014

Jugar por jugar

Desafíar a los espectros del invierno eterno suele acarrear consecuencias. A veces, sombrías. Otras, simplemente, lúgrubes, cuando no funestas.

Cuento con ello.

Pelear con el destino, habitualmente, desemboca en una sucesión de minutos vacíos, horas huecas y relojes de arena varados en la orilla del tiempo.

Lo asumo. Lo acepto.

Coquetear con la idea de engañar al miedo no es buen comienzo, ni siquiera las noches en que se empapan de insomnio las sienes y el pecho.

De acuerdo. Eso es también cierto.

Pero tenía que probar... me apetecía embriagarme con el sabor pastoso del riesgo.


Ganar la partida no entraba en mis planes... no creo en rachas, no creo en el azar, por no creer, no creo ni en los premios.

Por eso me cuesta tanto dominar ese aire de triunfador que me ha invadido, de repente, el centro mismo del cuerpo.



8 de julio de 2014

Naturaleza muerta (bodegón con nubes al fondo)

Luciérnagas ciegas.

Cigarras mudas.

Bosque sin bosque.

Luna que no recuerda que es la Luna.

Fragor apagado de batallas lejanas,

bombas sin carga nociva,

obuses que no estallan,

estelas doradas de cohetes mojados.

 Miradas huecas, gritos muertos,

el presente, imitando al pasado,

el futuro, huérfano de presente,

y las agujas del reloj... girando a trasmano.

Fortuna sin suerte,

desgracia sin pena,

lágrimas congeladas en el aire.

Cuerpos inertes y almas sin cuerpo...

hierba reseca y surcos torcidos,

campos ya yermos.

Terrores pequeños, miedos infames,

horrores cotidianos pero volátiles.

Cigarras mudas.

Luciérnagas ciegas.

Fin

... y principio.


7 de julio de 2014

Filia

Colecciono "síes", "noes", "talveces" y "quizás".

Tras buscar durante muchos años en qué emplear mis tiempos muertos, llenándolos de algo que me ayudara a engañar al tedio, llegué a la conclusión de que no iba a poder simular que me apasionaban los sellos o los pájaros, las miniaturas o los peces.

Inicié la colección con todos los "noes" que fui recopilando, los cuales pronto abarrotaron los anaqueles polvorientos de mi memoria.

Pero poco a poco, como quien no quiere la cosa, fui abriendo la puerta a algúnos "síes" sin dueño, adoptándolos como propios, rescatándolos del olvido, criándolos con paciencia y dedicación, y disfrutando al observar cómo, no sin esfuerzo, crecían e incluso intentaban reproducirse torpemente.

Incorporé a los "talveces" un poco más tarde (como complemento perfecto a los tercos y empalagosos "noes" y los bondadosos y atentos "síes"), con su dosis justa de dubitativa aquiescencia.

Ultimamente también admito "quizás" huérfanos y perdidos, que encuentro bebiendo en los charcos o saltando a la pata coja sobre el barro y la nieve. Son la compañía perfecta para los frágiles "talveces". Me estoy planteando, incluso, dejar que se crucen y dar pie, así, al nacimiento de una nueva raza, repleta de posibilidades.

Creerán ustedes que estoy un poco loco, admito que no es un hobby muy habitual. Pero no imaginan el placer que me proporciona ver las luchas fingidamente fratricidas entre "noes" y "sies", sus eternos debates vacíos de argumentos y llenos de tozudez. Por no hablar del hermanamiento dulzón y sincero que se produce espontánamente entre "talveces" y "quizás", ¡qué abrazos se dan, sin apenas conocerse!.

Se me ocurre un único pero. Es cierto que la colección es fatigósamente infinita... Nacen potenciales nuevos habitantes de mis estanterías a todas horas, en cualquier esquina, casi al azar, y a veces es muy complicado poner algún orden en tamaño maremagnum de opciones y dudas, de certidumbres y miedos. Y lo que nació como una forma de regatear al aburrimiento, está empezando a colonizar, en exceso, el tiempo que antes dedicaba a fingir que vivía.









20 de junio de 2014

Return

Y volver.

Siempre volver.

A caminar.

A desandar lo andado.

A abrir todas las ventanas.

A dejar alguna puerta entreabierta.

A deshacer la cama con mil vueltas y revueltas.

A doblar las esquinas impávidas de la noche.

A deshojar libros en blanco y cuadernos en negro.

A realojar ficciones entre las costuras descosidas de la realidad.

A urdir señuelos que engañen al tiempo.

A desescombrar los solares siniestros que la mente crea y descrea a velocidad de vértigo.

A deambular por los callejones de la frágil memoria.

A tropezar.

A fingir que nunca se tropieza.

Volver a jugar con tu pelo.

Volver a mirarte.

Volver a escuchar tus silencios...

...Atreverme a volver a soñarte.