7 de febrero de 2012

Reina la calma

Atravieso, un día más, el desierto inmaculado que nace y muere entre los pliegues de las hojas manchadas de tinta hueca.

Estudio concienzudamente el último enigma que el viento ha traído a mi puerta, antes de partir, como cada mañana, hacia el ondulante horizonte que asoma entre un bosque de espinas.

Calibro mis armas, descarto las insinuaciones que me lanzan las sombras, salto sobre socavones inventados y descubro que, como esperaba, todo sigue más o menos igual a este lado de la nada.

6 de febrero de 2012

Tangencias

Te miro y adivino el infinito en el fondo de tus ojos tristes.

Me miras y dibujo titubeantes estelas en esta noche opaca que nos cubre.

Te miro y planeo a escape libre sobre el barro y las luces temblorosas de la ciudad dormida.

Me miras y descubro un paraíso efímero y volátil donde sólo debería haber vacío.

Te miro y apenas acierto a plasmar en el lienzo en blanco de mi mente unos pequeños esbozos desordenados.

Me miras y se deshace la leve urdimbre que teje mis días.

Te miro y sé que nunca sabrás mi nombre.

Me miras y caigo en picado... pero con esa extraña sonrisa amarrada a mis labios.

Trompicones

Mientras recorro mentalmente todos aquellos paisajes devastados por el hielo y el olvido, me dejo envolver por la tenue melodía que la melancolía me susurra al oído.

Manejo, ordeno, maquillo, desordeno y desleo los ovillos de  la memoria, sin dejar de mirar al espejo roto que se asoma, entre sombras, al otro lado del pasillo.

Finjo serenidad, me disfrazo de sosiego, avanzo en la misma medida que retrocedo, giro sobre un eje difuminado por el paso del tiempo y sigo anclado, irremediablemente, al mismo metro cuadrado desconchado que tan bien conozco.