6 de febrero de 2012

Trompicones

Mientras recorro mentalmente todos aquellos paisajes devastados por el hielo y el olvido, me dejo envolver por la tenue melodía que la melancolía me susurra al oído.

Manejo, ordeno, maquillo, desordeno y desleo los ovillos de  la memoria, sin dejar de mirar al espejo roto que se asoma, entre sombras, al otro lado del pasillo.

Finjo serenidad, me disfrazo de sosiego, avanzo en la misma medida que retrocedo, giro sobre un eje difuminado por el paso del tiempo y sigo anclado, irremediablemente, al mismo metro cuadrado desconchado que tan bien conozco.

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