18 de octubre de 2011

Hechos

A juicio de los testigos oculares, estaba todo clarísimo. Si obviamos que cada uno dio una versión diferente de los hechos, el juez lo tendría bastante fácil para dictar sentencia. Las pruebas, por otro lado, eran concluyentes: allí, el día de autos, a aquella hora concreta, había ocurrido algo, sin lugar a dudas.

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