Cada noche dibujo tu imagen difusa en mi retina
y aferrado a ella,
recorro senderos imaginarios labrados a fuego sobre tu piel.
Abrazado al aire y a las sábanas,
casi creo percibir el ardor de tu carne recién encendida,
tus ojos perdidos mirando a la nada,
tu aliento entrecortado a escasos milímetros de mi cara.
Disimulo tu ausencia mientras mi cuerpo se queda vacío.
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