Recorre el camino de vuelta a casa despacio, deleitándose en cada paso, demorándose con las sombras, deteniéndose a charlar con los espectros que deambulan por las esquinas, saludando a la Luna, intentando alejar el momento en que irremediablemente ha de cruzar la puerta.
Su hogar, que, no hace mucho era un oasis, fue devorado una noche por la arena y el viento.
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