16 de diciembre de 2010

Regreso

Han cambiado la decoración del salón, los muebles del dormitorio y hasta el suelo (las viejas baldosas de mil colores han sido sustituídas por una imocua tarima marrón).
Ni siquiera las vistas desde el mirador son las mismas.
Casi nada es igual a como lo recuerdo, pero es ésta, sin duda: la casa en que viví y morí.
Y ahora es mía de nuevo, opinen lo que opinen los nuevos inquilinos.

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