La cajita metálica llevaba años olvidada en la estantería del trastero, escondida entre libros viejos y capas de polvo.
La encontró por casualidad, en el fragor de la mudanza, y la reconoció al instante.
La tentación venció al pudor y la abrió.
Dentro, perfectamente ordenadas, viejas y amarillentas cartas de amor, restos de olvidados naufragios.
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