La bandada nos sobrevoló con su alboroto de graznidos y plumas perdidas.
Miraste hacia arriba con gesto sereno y tus pies, siempre tan inquietos, se despegaron del suelo.
Con un último esfuerzo intenté retenerte a mi lado, pero ya habías decidido volver a volar.
Y volaste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario