Me repito en silencio que el vértigo es sólo vértigo.
Y nada más.
Que da igual la altura de la posible caída.
Que no importa la espesura al otro lado del puente,
ni lo estrecho que éste sea.
Antes o después lograré cruzarlo.
Sólo espero que cuando llegue al otro extremo
no sea demasiado tarde,
que no te hayas hartado de esperar
a que acabara de devanar el miedo.
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