16 de diciembre de 2010

Paisaje tras la última tormenta

La cama se había convertido hace tiempo en un terreno dolorosamente baldío.
El dormitorio era ya territorio vedado al deseo.
El piso era un páramo en el que vagaban dos cuerpos inanes empeñados en esquivar recuerdos y palabras, encuentros y secretos, miradas y gestos vacíos.

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