El sofá como testigo mudo de otra disputa.
Las paredes como frontera invisible entre los golpes y el vecindario.
El balcón como escapatoria última cuando el suelo empieza a temblar azuzado por los puños y los insultos.
Llegan las ambulancias, la policía, las cámaras y los micrófonos.
Los vecinos dan su versión: "Era una pareja normal.Nunca escuchamos nada. Él es muy amable y atento".
Su cuerpo deshecho en la acera explica otra verdad, mientras él miente oculto tras un muro de lágrimas vacías.
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