6 de febrero de 2015

Dos

Nos recorremos a ciegas, embriagados por el incierto sabor que dejan en los labios los sueños a medio construir.

Nos aprendemos de memoria, sin rozarnos apenas, creyendo en ese mágico poder de atracción que surge, como por azar, en mitad de la madrugada.

Me  reconozco en el reflejo velado que construyes en tus ojos, empapados aún de luna y delirio.

Te reconoces en las formas y las aristas del boceto que trazo en el aire, con los movimientos aparentemente anárquicos de mis manos.

Nos dejamos arrastrar por esa fuerza infinita que nace de un punto indeterminado justo en mitad del vacío.

Nos bebemos a grandes sorbos el aire preñado de secretos que nos regala, generosamente, esta noche eterna y extrañamente iluminada.

Y caemos, sin remedio, en las torpes trampas que tiende a nuestros pies la marea disfrazada de deseo.

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