21 de junio de 2011

Victoria

El cuerpo cubierto de escamas del inmenso animal alado se retorcía espasmódicamente en el suelo, mientras exhalaba un último y desesperado aliento humeante.

El certero espadazo en el centro de su pecho había sido definitivo.

La humanidad había derrotado de nuevo a la oscuridad y al fuego, pero, a pesar de ello, el autor de tamaña hazaña no fue capaz de saldar la deuda con su tiempo y fue devorado por la historia.

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