23 de octubre de 2012

Vías

A través de la ventanilla, el barro, las piedras y las escasas construcciones, se unifican y adquieren la inconsistencia de una masa informe enmarcada por la rectitud inamovible del tendido eléctrico.

Mientras me dejo llevar indolente hacia el destino final de este viaje, apenas discierno fronteras y ríos, diluídos en un mar de colores ambiguos y casi deglutidos por el gris del cielo.

El cansino tran tran del vagón hace que la rutina del recorrido se envalentone y lo envuelva todo, transformando a los pocos viajeros en autómatas de mirada perdida y gestos cansados.

Ni siquiera la imagen de la estación término, asomando arrogante entre la niebla, hace que reaccionemos... Es ya demasiado tarde para buscar en los bolsillos el billete de vuelta.





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