Borró todo atisbo de ira y odio que pudiera enturbiar su visión y afrontó lo que quedaba de día con una perspectiva propia de tiempos olvidados, dejando que la ingenuidad campara a sus anchas.
Seguramente todo volvería a su cauce pronto, pero por unas horas, convivió con la ilusión de la libertad.
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