17 de enero de 2011

En la calle

Los jirones de niebla me envuelven en un abrazo sutil y húmedo que me adormece las entrañas, mientras la noche sigue varada en un requiebro del tiempo perdido.

Los ruidos de la calle son enterrados por el silencio interior.

Busco, pero no encuentro, miradas amables ni gestos de perdón.

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