No dejamos huellas.
No tenemos nombre.
Nuestra nación es el humo espeso que queda tras la devastación.
El último golpe, asestado a la vuelta de la última esquina, nos dejó inmersos en refriegas eternas con el viento.
Pero, pese a todo, pese a nada, pese a nosotros...seguimos soñando.
¡Qué sería de nosotros sin nuestros sueños!
ResponderEliminar