26 de marzo de 2013

El final de la reflexión

El espejo explotó en mil pedazos justo cuando su reflejo tembloroso comenzaba a adquirir una forma medianamente definida.

Buscando una explicación aceptable, una excusa, o simplemente un culpable, achacó el estallido, consecutivamente, al azar, al destino, a los hados, y a las malas sombras del averno.

Pero todos sabemos que el único causante de semejante estropicio fue él... Mientras recogía los pedazos del suelo, intentando no cortarse, vimos asomar, de entre sus ropas desaliñadas, un martillo.

1 comentario:

  1. El origen de impulso del martillo estaba en el corazón de un gnomo bueno, que quiso que nunaca más nadie viera la realidad deformada que ese espejo ofrecía a los ojos del que lo contemplaba.

    Un abrazo, Crono.

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