4 de septiembre de 2012

Septiembres

Acurrucado, frente al mar revuelto, pudo al fin reunir un manojo de fuerzas deshilachadas y recapitular.

A cada envite de las olas, deshacía un nuevo nudo, a cada golpe de viento, desleía una vieja duda.

Aún así, cuando el sol asomó entre la espuma, todavía no había descubierto el porqué de su última decisión, aquella que le había dejado varado en la orilla.

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