Se abrazaron, como tantas otras veces.
Pero, en esta ocasión no se paró el tiempo,
No se oyeron músicas reveladoras.
No se abrió la tierra bajo sus pies.
El cielo no envió las señales inequívocas de siempre.
Había llegado el momento, estaba claro, de olvidar los tópicos y cambiar la perspectiva.
Estupendo "anti-amor" de ese momento en que les ha devorado la rutina
ResponderEliminarMuchas gracias (con muchísimo retraso) por todos tus comentarios, Luis.
ResponderEliminarHe tenido algún problemilla técnico en el blog y no se me permitía escribir comentarios...pero parece que ya vuelve a la normalidad. Un abrazo sincero.