El agua recorría su cuerpo descubriendo caminos imprevistos e irregulares por su piel.
La cortina de la ducha no estaba totalmente echada por lo que pude deleitarme un largo rato antes de acercarme a hurtadillas.
Lo que no entiendo es por qué lanzó ese espeluznante grito cuando me vio, ni porqué comenzó a sonar esa extraña música de violines chirriantes en el mismo momento en que alcé el brazo.
Yo no soy como mi madre. ¿O sí?
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