Hoy, de vuelta en la estación, me dejo abordar por añoranzas, cultivo recuerdos, me adentro en la melancolía y me pudro por dentro.
Maldigo con todas mis fuerzas aquel día que, no sé si por vergüenza o por simple pereza, no me atreví a cruzar el zaguán de tus ojos tristes, y me quedé sentado esperando a que pasara de nuevo el tren de la derrota.
Y me explotan en las sienes los pasos perdidos y todos los momentos que no compartimos, destilados en la salmodia anárquica de la memoria encendida.
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