La fuente en el centro de la plaza. Los bancos de madera desvencijados. El suelo empedrado. Las casas de tejados derrrotados. El atardecer granate y cadencioso.
Parece que todo sigue en su sitio, como si me hubiera estado esperando todo este tiempo.
Sólo faltan a la cita con mis recuerdos los viejos compañeros de juego, las ilusiones infantiles y todos aquellos sueños.
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