Mordió y masticó, sin darle más vueltas, la fruta prohibida que le ofreció aquella rubia en aquel bar aquella noche oscura de octubre.
Bebió y degustó el zumo caliente un rato después.
Luego regresó,noche tras noche.
Ella no volvió, pero su olor seguía allí, apoyado en la barra del bar.
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