Echo de menos tu voz,
tus requiebros,
tus susurros,
tus tonalidades.
Y también echo de menos tus aromas,
tus sueños,
tus verdades
y tus ausencias.
Y tu piel.
Y tus manos.
Y tu aliento.
Pero lo que más echo de menos son tus dudas ...
y aquella manera de decirme "te echo de menos".
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