Reías
y aunque seguías danzando
entre memorias torcidas no del todo derrotadas,
el aroma sutil de tu sonrisa
embriagaba el aire levemente viciado que flotaba entre nosotros.
Reías,
y aunque tu risa era aún ligeramente translúcida,
su caricia me permitió volver a reconocerme
reflejado en el fondo de tus ojos entreabiertos.
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