El afilado cuchillo ahonda sin esfuerzo en la carne, y , sin apenas salpicar, va cercenando tejidos, músculos y nervios con cadencia rítmica.
Poco a poco, la pieza (hace unos momentos aún quejumbrosa y temblorosa) queda deshuesada y convenientemente preparada para su degustación.
El autor de tan depurados y precisos movimientos, los ha llevado a cabo quedamente, casi sin dudar, a pesar del hambre atroz, poseído por el espíritu burlón y postmoderno de la cocina creativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario