Una musiquilla casi inaudible, difuminada por la lejanía.
Un suave olor a sudor e incertidumbre, disimulado por la sal y la brisa.
Unas vistas oblicuas de un paisaje que, instantes antes, creíamos perdido para siempre.
Sabores del pasado levemente maquillados para la ocasión.
El roce de una piel dulcemente temblorosa y otra amargamente insegura...
...Y un cambio de sentido inesperado, una vez superada la dependencia de los sentidos.
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