Cuando acepté desplazarme a este confín del universo, sabía que antes o después, el reabastecimiento no llegaría a tiempo, y los víveres se acabarían.
Lo sabía.
Mientras ultimo los preparativos para mi adiós definitivo, y para espantar los últimos restos de miedo húmedo, apuro las postreras gotas de oxígeno charlando amigablemente con los fantasmas.
Con los de fuera y con los de dentro.
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