Comoquiera que se creía en posesión de las verdades ocultas y de una sabiduría a prueba de bombas (de las explosivas y de las otras), decidió tomar el camino de enmedio, y fue impregnando con su pertinaz sequía de ingenio todos los vergeles en que su ego intocable le iba sumergiendo.
Pero, muy a su pesar, la hierba, terca, crecía una y otra vez, a pesar de su empeño por pisarla.
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