Nos dejamos acariciar por el sol y la luna, nos embriagamos de olas y estrellas, dibujamos figuras mitológicas en la arena, nos aprendimos de memoria, e incluso comenzamos a desaprendernos.
Todo ello con la pausa y la dedicación que permiten apenas mil quinientos minutos.
Todo ello con la pausa y la dedicación que permiten apenas mil quinientos minutos.
Tengo que reflexionar sobre tus textos.
ResponderEliminarEs evidente que tienen esencia.
Un saludo
24 horas dan para bastante.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar, 7 Plumas. Y, bueno, si, como dices, mis textos te hacen reflexionar, me alegra enormemente. De veras. Saludos de vuelta.
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