La muerte y la vida
labradas a fuego
en dos o tres secretos
amasados en la conciencia.
Las nubes y las llamas
resumidas en una mirada
tan tierna como turbia,
tan tímida como punzante.
El dolor más ciego
y el placer más demoledor
remezclados en cóctel absurdo
en el alambique insincero de la memoria.
Esos sentimientos extremados y ambivalentes en nuestra memoria, ¿serán resultado de lo que transmitió la persona recordada o será resultado de nuestra propia subjetividad y parcialidad?.
ResponderEliminarBah, en todo caso son sentimientos, siempre agridulces, siempre carnada para la mordedura de la nostalgia.
Me decanto más por la segunda opción...pero tienes razón, al fin y al cabo son sentimientos, recuerdos, restos de naufragio, que han de ser tratados como tales, aunque, de vez en cuando, sin que podamos remediarlo, vuelven, y se revuelven con el presente.
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