El mismo azar que me unió un día a tu estela titubeante, me ha dejado vadeando esta deriva extraña que me empapa y me mece, que me envuelve y me carcome poco a poco. Aún aguardo a que te cruces conmigo de nuevo en alguna esquina olvidada, pero cada minuto que pasa asesta un golpe certero y sangrante a esa pequeña esperanza a que me amarro con todas mis fuerzas.
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