Como recurso desesperado, antes de asumir todas esas dolorosas certezas,
regresamos al lugar preciso en que se cruzaron nuestros puntos
cardinales aquella primera vez.
Repetimos los mismos movimientos,
las mismas palabras, casi calcamos los gestos... buscamos, entregados,
la descarga de corriente alterna que nos fulminó en un instante.
Nos miramos en silencio, esperamos la señal, pero nada sucede... Hemos sido definitivamente derrotados por el peso del tiempo.
No hay dos vidas iguales, ni momentos ni sensaciones. Como dijo alguien que no recuerdo, uno nunca se puede bañar en un mismo río dos veces. El agua corre, como el tiempo, sin poder volver a vivirlo.
ResponderEliminarTienes toda la razón... Por más que nos empeñemos en recuperar el tiempo perdido, nada será completamente igual. Pero hay que pensar que eso forma también parte del encanto de la vida...
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