Cuatro manos sintonizadas en torno a dos sentires oblicuos, complementarios, opuestos o incluso paralelos. Dos papeles en blanco, reflejados en un cristal, a ratos iluminado, a ratos, opaco, la mayoría de las veces, translúcido. El resultado, esta noche...
La ortogonalidad puede llegar a ser interesante, incluso deseable.
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