Cuando las gotas de lluvia comenzaron a roturar el cristal de la ventana, la zozobra había devorado ya al incendio que se había desencadenado en la cama, pero permanecieron un rato inmóviles, atentos al espectáculo de agua y truenos, como si la naturaleza y sus fenómenos fueran a ser capaces de dar respuesta a todas las preguntas que ellos no se habían atrevido ni siquiera a formular.
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