El final de los buenos tiempos le sorprendió mientras le silbaba un blues a la luna.
Como tantos otros, no fue capaz de prever la caída al vacío, a pesar de las múltiples señales que las piedras, las sombras y el viento habían ido depositando con esmero en mitad del sendero.
El advenimiento definitivo de los tiempos oscuros le arrebató la única posesión que había atesorado: su propio aliento...y, mudo, sin poder articular ni siquiera un suspiro, deambula de esquina en esquina, sin buscar ya porqués, obsesionado simplemente, con avistar el final de cada día sin dar de comer al futuro.
El desánimo, el desaliento, la negación del interrogante, nada de ello debe prevalecer, sobre un buen blues silbado a la luna.
ResponderEliminarCon el silbido empieza el futuro. Un saludo.
Cierto es que cada día nos llegan esas señales, que parecemos ignorar silvando melodías. Tal vez si no les hacemos mucho caso pasen desapercibidas y nos libremos, no lo creo.
ResponderEliminarDicen, por otro lado, que la felicidad se encuentra en el presente, sin plantearse uno más allá del día en que se vive. Supongo que esto es cierto siempre y cuando sea una opción elegida por uno mismo y no impuesta por los demás, no?
Un abrazo