Plantado en mitad de la nada inmensa, admiras la desolación reinante con gesto ambiguo.
Cualquier testigo objetivo podría concluir, sin miedo a equivocarse, que no te importa lo más mínimo haber llegado a una situación tan extrema.
Pero ya no quedan testigos.
Ya no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario