Acudieron las llamas y se derritió el fuego.
Apareció el hielo y se evaporó el delirio.
Ardió el aliento y se esfumó el ansia.
Se congeláron las miradas y voló el deseo.
Se sublimó la culpa y olvidamos el pasado.
La escarcha cubrió el cuarto
y no pudimos musitar ni un mísero adiós.
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