Aunque ya hace demasiado tiempo que su memoria danza entre tinieblas y bruma, cada 14 de abril, varias veces al día, se levanta de su sillón como un resorte y busca el polvoriento album en la estantería.
Y, tembloroso pero decidido, bucea entre las fotos amarillentas, deja escapar un par de lágrimas y comienza a tararear viejas canciones que ya casi sólo él recuerda.
Es la finalidad de las fechas marcadas, llaves que acceden a los recuerdos de nuestro pasado. Bienvenidas sean pues.
ResponderEliminarUn saludo.