15 de diciembre de 2011

En el umbral

Abrazado a mi mismo, dejé que la escarcha me fuera cubriendo lentamente. La madrugada, con su lengua fría y negra fue helando mis miembros y mis gestos, mientras te esperaba sin esperarte. Cuando mi cuerpo ya casi no respondía a los impulsos nerviosos tuve un último asomo de lucidez... y cerré la puerta.

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