Sus ojos roban mi atención, me sustraen de la realidad y troquelan mi voluntad.
Su mirada, diáfana, se amarra a la mía, la desguaza y la reconstruye, la descongela y la hace hervir, sin contemplaciones.
Nunca sabrá mi nombre y tal vez yo nunca sepa el suyo, pero hoy me ha regalado un hilo invisible, y no he podido evitar enredarme en él.
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